I SELECCIÓN REGIONAL DE CUENTOS, PIURA
El cuento “La Ciudad, la arena” de Ángel Hoyos resulta ser la más grata sorpresa de la selección. Sin temor a equivocarme puedo asegurar que, llevándole varios cuerpos de ventaja al resto de trabajos, resulta siendo el mejor de todos ellos. Es digno de elogio su atrevimiento para tratar un tema y una historia atípicamente piuranos, sin que uno pueda dejar de reconocer que el espacio en el que la historia transcurre es nuestra soleada Piura (aunque, irónicamente, en la historia ya no quede casi nada de ella). Ángel Hoyos logra ser osadamente original presentándonos una historia futurista, un relato que transcurre en marzo del año 2013. El cuento, por la profusión de imágenes apocalípticas, se pone mejor conforme uno avanza en su lectura. La capacidad de Ángel para adentrarnos en un espacio geográfico, en un clima, en una atmósfera ficticia que en ningún momento deja de ser creíble, lo que logra a base de una construcción acertada de paisajes y escenarios; el dominio de los diálogos y el sentido de la acción que nunca deja de discurrir y, sobre todo, el ensayo de un tipo de ficción inexplorada en nuestra literatura, nos convencen de que estamos ante un texto histórico.
Nos ha gustado también el cuento “El hipnotizador” de Josué Aguirre Alvarado. De más está comentar su evidente apuesta por un tema distinto, habría que elogiar más bien el impecable drama instalado en el relato, la energía vital que destilan los personajes y el efectivo uso de los diálogos del que hace gala el autor. Este trabajo y el de Ángel Hoyos, por la búsqueda de la fotografía y por la impresión de que una cámara nos lleva a lo largo de toda la acción, se acercan agradablemente al cine.
Aunque no sea necesario disfrutar del tema propuesto en su relato, el registro de Miguel Hernández resulta seductor, porque su prosa tiene la capacidad para atrapar inmediatamente al lector. Pese a su brevedad la repetición innecesaria de las ideas a lo largo de la primera parte del relato nos hace pensar que este cuento podría haber sido más breve aun.
A propósito del cuento “Cavar un hoyo o la cruz de los Juárez” de Julio Carmona, debemos decir que sin dejar de ser un gran relato dramático y sin dejar de estar a la altura de una selección regional, preferimos los de su libro Recuentos. Extrañamos esta vez, esa inolvidable tensión dramática que hace que uno lea las historias de un tirón, sin perder jamás la atención por la historia narrada y que aquí se pierde en un juego de tiempos narrativos por momentos innecesario.
Los cuentos hasta aquí citados me parecen lo mejor de la selección. Me siento tentado a hacer una selección de la selección porque pienso que estos relatos realmente proponen algo distinto, tienen una fuerza interior y una frescura que van a renovar nuestra literatura. Sin embargo debo mencionar que relatos como “El Cumananero” y “Un tierno favor” me resultan lamentables; y que relatos como “”Ladrón de cuentos” y “Qué me pasa doctor Freud” me dejan descontento sobre todo por el hecho de estar incluidos en una selección, y por razones que expondré a continuación.
Si bien es cierto que Luis Aurelio Seminario en “Ladrón de cuentos” y Enrique Villegas Rivas en “Qué me pasa doctor Freud” nos proponen ideas frescas y hasta cierto punto originales, en tanto recrean lúdicamente una ficción en la ficción el primero; y en tanto pretende adentrarse (fallidamente, opinamos) en la conciencia vesánica de un hombre y en dos realidades paralelas el segundo, considero que su inacabado manejo del lenguaje terminan haciéndolos naufragar en el intento por construir un relato llamativamente estructurado. Es evidente en Luis Aurelio Seminario su falta de lecturas, que seguramente con el tiempo superará.
Haré un comentario conjunto de los relatos “El Cumananero” de Jorge Antonio Benites Castro y “Un tierno favor” de Pablo Enrique Medina Sanginés, de raigambre costumbrista, porque considero que comparten los mismos desaciertos. Pero antes debo hacer una digresión necesaria: Desde que en el año 1969 Miguel Gutiérrez publicó “El Viejo Saurio se retira” la literatura piurana dejó de ser solamente la descripción costumbrista de lo rural y con esta obra no sólo se empezó a tomar como tema la ciudad, sino que se ensayó fórmulas y técnicas que lanzaron a nuestra literatura al ámbito de lo moderno. No tengo nada en contra de nuestra literatura de espíritu costumbrista. Obras como “Chicha Sol y Sangre“ de Francisco Vegas Seminario o “Romance en el coloche” de Jorge Moscol Urbina, anteriores a “El Viejo Saurio…” y obras como “Froilán Alama el bandolero” de Espinoza León, por citar una de ellas, posterior a ella, son composiciones de altísima calidad, dignas representantes de nuestra literatura regional anterior. Esa que precedió a los Cronwell Jara, los Houdini Guerrero, los Cosme Savedra, los Angel Hoyos de nuestra modernidad literaria.
Pero entonces, me pregunto, para qué repetir, como lo hacen los seleccionados Jorge Antonio Benites y Pablo Enrique Medina, las mismas fórmulas, el mismo estilo que ya los maestros Espinoza León y Jemu han sabido recrear magistralmente, qué novedad puede aportar la misma descripción idílica del campo, el enarbolamiento de la misma estampa costumbrista. Ojo, no digo que la literatura costumbrista en Piura esté agotada y que como tema ya no pueda ser retomada por los autores. No, lo que digo es que si se va a retomar que se cambie la forma de hacerlo, que se propongan nuevas fórmulas. En ese sentido, considero que los dos últimos autores mencionados, no aportan absolutamente nada. Su descripción del río cristalino, del campo chapuzado de algarrobos, del campesino atado a su querencia, son hasta cierto punto ingenuos, sosos y predecibles.
Sería injusto, sin embargo, incluir dentro de estos últimos, el trabajo de William Boyd Morán: “Adversidad” que siendo de temática costumbrista, más que centrarse en la estampa, prefiere la construcción de un drama en varios tiempos narrativos que resulta conmovedor y efectivo. Y lo mismo podría decirse del relato de Julio Carmona que teniendo como escenario un paisaje rural busca conmovernos con el drama de un hombre condenado a muerte.
Pondré fin a esta pseudocrítica apuntando dos cosas, uno: que aunque sólo se seleccionaron nueve relatos (pese a que en la convocatoria se dijo que serían diez) creemos que por la calidad de varios de ellos la selección podría haber sido más corta aun. No entendemos la inclusión de ciertos relatos, suponemos que fue por falta de mejores trabajos; y dos: que esta selección regional termina estando llena de claroscuros: Por un lado nos presenta relatos de pobre concepción y ejecución y por otro, autores novísimos con grandes ideas y con gran proyección. No deja de ser alentador, sin embargo, que estos últimos, coincidentemente sean los autores más jóvenes.
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